Así que tienes una bonificación. ¿Y ahora qué?

Oliver Sachgaujanvier 14
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No hay nada como la alegría de recibir una bonificación laboral. Ya sea como parte de tu remuneración o como sorpresa navideña de la empresa, una bonificación es como un día de pago extra en el mejor momento posible.

Pero ¿qué deberías hacer con esa bonificación? Estaremos de acuerdo en que gastársela no es la mejor opción, y quizá en que tampoco hace gracia ahorrarla toda. Entonces, ¿qué parte debes gastar, qué parte debes ahorrar y cómo debes ahorrarla?

Tenemos tres sugerencias diferentes para ti, en función de tu personalidad. Cada una tiene sus ventajas, pero también cada una combina diversión y responsabilidad.

El gran gastador

Esta es para aquel de vosotros que quiere vivir a lo grande. Has cumplido tu objetivo de ahorro o bien te gusta ser un poco temerario. En ambos casos, es hora de derrochar.

Así es como desglosarás tu bonificación:

Puedes gastar el 60 %

Destinar el 20 % a los ahorros o ETF

Invertir el 20 % en acciones

La mayor parte de tu bonificación será para algo divertido. Es buena idea elegir tus grandes compras con anticipación, pero con tanto dinero a tu disposición también puedes perder el juicio.

El resto se dividirá en partes iguales entre ahorros e inversiones. Aumenta algo el fondo para días de necesidad o invierte en un ETF de bajo riesgo como el S&P 500 o el índice industrial Dow Jones. Ya que vives el presente, puedes invertir otro 20 % en tus acciones favoritas. Este movimiento conlleva más riesgo, pero también puede darte un mayor retorno y, como no te preocupan tus ahorros, ya te viene bien un poco de riesgo.

El moderado

Quieres gastar un poco, pero también te interesa hacer crecer tus ahorros. Deseas cumplir tu objetivo de ahorro o empezar a hacerlo. No eres reacio al riesgo, pero tampoco quieres perder el 20 % de tus inversiones en un mes.

Así es como desglosarás tu bonificación:

Puedes gastar el 60 %

Destinar el 30 % a los ahorros  

Invertir el 15 % en un ETF

Invertir el 15 % en acciones  

 

Este desglose te proporciona un buen margen de gasto. Puedes destinar casi la mitad de tu bonificación, según lo cuantiosa que sea, a una compra cara.

La siguiente prioridad son tus ahorros. Se trata de un pocket separado que no tocas y que guardas como fondo para los días de necesidad.

Lo que quede lo dividirás entre un ETF y acciones. Si quieres evitar el riesgo, puedes invertir en una gran empresa conocida por sus dividendos predecibles y su baja volatilidad. Si deseas arriesgarte un poco, puedes invertir en una compañía más pequeña que creas que va a triunfar. En ambos casos, no estás arriesgando mucha parte de tu dinero.

El conservador

No quieres gastar nada. O tal vez solo en una buena cena. Lo que más te interesa es alimentar esos ahorros. El riesgo es un juego de mesa al que se juega, no algo que se tolera para invertir.

Así es como desglosarás tu bonificación:

Puedes gastar el 20 %

Destinar el 40 % a los ahorros  

Invertir el 40 % en un ETF

 

Si sigues este método, conservas el 80 % de tu dinero. La mitad de ese dinero quedará depositado en tus ahorros, listo por si lo necesitas en caso de emergencia. La otra mitad la invertirás en un gran ETF, una apuesta comparativamente más segura que invertir en una acción. Tendrás la oportunidad de hacerla crecer un poco, pero lo más importante es que conservarás la mayor parte del dinero.

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