6 fechas que marcaron la historia de Wall Street

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La Bolsa de Nueva York (NYSE) es la mayor bolsa de valores del mundo, ya que alberga el 82% del S&P 500, así como 70 de las mayores empresas del mundo. Pero, ¿cómo se convirtió en el centro hegemónico que es hoy? Echemos un vistazo a su historia. 

1792: Antes de Wall Street, el Acuerdo de Buttonwood

24 corredores de bolsa se reunieron en 1792 bajo un abeto en lo que hoy es Wall Street, en Nueva York. Formaron una bolsa centralizada para el floreciente mercado de valores de Estados Unidos. El acuerdo eliminó la necesidad de los subastadores (que intervenían con frecuencia para el trigo, el tabaco y otros productos básicos) y estableció una tasa de comisión. La organización convirtió el Tontine Coffee House en su sede y centró su actividad en los bonos del Estado.

1863-1903: Vamos a establecernos

En 1863, lo que desde 1817 se llamaba New York Stock & Exchange Board adquirió su nombre definitivo y se convirtió en la New York Stock Exchange (NYSE), tal y como la conocemos hoy. Dos años después, la NYSE se trasladó a su dirección definitiva, el número 11 de Wall Street, y no ha cambiado su ubicación desde entonces. El edificio donde sigue hoy en día se inauguró en 1903.

1920: Bomba en Wall Street

El 16 de septiembre de 1920, a mediodía, un carro tirado por caballos pasó por una abarrotada Wall Street, donde la gente estaba almorzando. El carro se detuvo frente al banco J.P. Morgan & Co., en la esquina más concurrida del distrito financiero. El vehículo mortal contenía unos 50 kg de dinamita y 250 kg de hierro, y explotó a las 12:01 horas mediante una detonación temporizada. El balance fue desastroso: 30 personas murieron en el ataque y otras 10 más tarde a causa de las heridas. El número de heridos se contaba por centenares.

Incluso hoy, un siglo después del suceso, el caso sigue sin resolverse oficialmente. Historiadores e investigadores creen que el atentado fue llevado a cabo por el grupo anarquista italiano de los galleanistas, responsables de una serie de atentados en Estados Unidos en 1919.

1929: Llegó el colapso

Es jueves 21 de octubre de 1929. La bolsa acaba de abrir sus puertas. Apenas ha sonado la campana de apertura y ya ha perdido un 11%. Es el jueves negro. Los volúmenes de activos intercambiados son tan altos que el informe de los precios de las acciones en las oficinas de todo Estados Unidos llega con horas de retraso, lo que provoca que los inversores no tengan ni idea de a qué precio se estaban negociando la mayoría de las acciones. 

Para limitar los daños, algunos inversores institucionales, encabezados por Richard Whitney, vicepresidente de la Bolsa de Nueva York, intervinieron directamente. Whitney se acercó al puesto de venta de U.S. Steel, preguntó por el precio actual, que era de 195 dólares, y anunció: "Compro 25.000 acciones a 205 dólares". Hizo lo mismo con varios otros blue chips, hasta recorrer una docena de puestos. Los precios se recuperaron rápidamente y la caída del día se limitó al 2,1%.

Pero el alivio duró poco. El lunes 28 de octubre, más inversores decidieron salir del mercado y la caída continuó con una pérdida récord del 12,82% para el Dow Jones. Este día se conoce como el lunes negro. El 29 de octubre de 1929, el "martes negro" golpeó a Wall Street. Se perdieron miles de millones de dólares, acabando con miles de inversores. El Dow Jones perdió otro 11,73%, una caída total del 23% en dos días.

El crack de 1929 fue el resultado de una burbuja especulativa que se originó a principios de la década de 1920. La introducción en Wall Street, en 1926, del nuevo sistema de compra de acciones a crédito denominado "préstamos" agravó la burbuja. Esto significa que por cada diez dólares que compraban, depositaban sólo un dólar. La tasa de endeudamiento variaba en función del tipo de interés a corto plazo, y la sostenibilidad de este sistema dependía, en parte, de la diferencia entre la tasa de crecimiento de las acciones y la tasa de endeudamiento.

1967: ¿Y las mujeres?

175 años: ese es el tiempo que tuvieron que esperar las mujeres para conseguir un asiento en el parqué de la Bolsa de Nueva York, el lugar donde todo se hace y se deshace. Aunque nunca hubo una norma específica que prohibiera a las mujeres acceder a la Bolsa de Nueva York, el problema era que necesitaban un patrocinador para acceder a ella.

La pionera se llama Muriel Siebert. Para comprar su asiento, tuvo que acudir a nueve colegas masculinos antes de conseguir que uno finalmente le dijera que sí.

Evidentemente, las cosas han ido cambiando poco a poco desde entonces, ya que la directora de la NYSE desde 2018 es una mujer llamada Stacey Cunningham.

1987: Y de nuevo el colapso

El lunes 19 de octubre de 1987, el Dow Jones perdió un 22,6%. Llegó el lunes negro. El año 1987 parecía prometedor, con el Dow alcanzando un nuevo récord en agosto, pero no todos los indicadores estaban en verde.

En un principio, los mercados bursátiles acogieron con satisfacción la subida de los tipos de interés a largo plazo. Fue una señal de que el mercado de bonos compartía su visión de una economía en crecimiento y reforzaba su optimismo.

Sin embargo, una vez alcanzado cierto nivel, los tipos de interés se convierten en un freno para la inversión y el crecimiento económico y, sobre todo, son inmediatamente incompatibles con los niveles de valoración de las acciones. ¿Por qué mantener las acciones, un activo de riesgo, cuando los bonos del Estado, que no presentan ningún riesgo de capital, tienen una mayor rentabilidad? Es como si el mercado de bonos hubiera eliminado de repente los cimientos sobre los que se asienta el de las acciones.

Otras razones del desplome fueron el hecho de que las estructuras complejas permitieran comprar empresas con deuda a través de compras apalancadas (o LBO, del inglés “leveraged buyout”). El mercado de bonos basura también estaba en auge, aumentando la especulación y haciendo que los mercados se volvieran más propensos a la inestabilidad.

Una de las consecuencias del crack de 1987 fue la introducción del mecanismo de ‘cortacircuitos’ (o “circuit breaker”), que permite a las bolsas suspender temporalmente sus operaciones en caso de una caída excepcionalmente grande de los precios de determinados índices. Basados en la idea de que un periodo de enfriamiento ayudaría a frenar las ventas por pánico, estos paros del mercado se activan siempre que se produce una gran caída prevista del mercado durante un día de operaciones. Se utilizaron en múltiples ocasiones durante la caída de la bolsa de 2020.