Cómo invertir en el sector industrial

Oliver Sachgaujuin 28
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En 1962, las mayores empresas del mundo tenían una cosa en común. Bueno, técnicamente tenían dos cosas en común. La primera es que todas eran estadounidenses. La segunda era que casi todas eran empresas industriales

El acero, el petróleo y las máquinas eran la savia que bombeaba por las venas del capitalismo estadounidense. Nombres como Standard Oil (ahora conocida como Exxon), General Electric y Chrysler eran nombres muy conocidos y sus acciones se consideraban inversiones casi infalibles. Obviamente, eso ha cambiado desde 1962. Hoy en día, las principales empresas fabrican teléfonos móviles o venden anuncios en Internet. Además, ya no son todas estadounidenses. 

Las empresas industriales que se han mantenido fabrican las mismas cosas que antes. Al fin y al cabo, necesitamos máquinas, acero y petróleo tanto como entonces. Aun así, invertir en el sector industrial ahora es una apuesta diferente a la que hicieron los inversores de hace medio siglo. Esto es lo que hay que saber sobre la inversión en el sector industrial.

Qué son las empresas industriales 

La definición de los industriales es bastante sencilla: son empresas que fabrican bienes de capital. Los bienes de capital, también llamados bienes de equipo, son los que se utilizan para fabricar las cosas que compras. Si esta frase te ha parecido confusa, aquí tienes una forma más fácil de entenderlo: digamos que acabas de comprar una botella de zumo. Ese zumo es un bien de consumo, es un producto final que tú, como consumidor, compras y utilizas. ¿Pero qué pasa con la botella en la que viene? ¿Y el tapón metálico? ¿Y las máquinas utilizadas para exprimir el zumo de la fruta? Todos ellos son bienes de capital y tienen que ser fabricados por alguien. 

No tienen por qué ser sólo máquinas. Puede ser cualquier cosa que una empresa necesite para llevar a cabo su actividad que sea física, desde un edificio hasta los vehículos con los que transportan un producto. 

Hay algunos productos que pueden ser tanto bienes de consumo como de capital. Los aviones y los coches son buenos ejemplos de ello. Las aerolíneas compran aviones para llevar a cabo su actividad y muchas empresas necesitan coches para su funcionamiento. Pero tú también puedes comprar un coche. De igual manera, el horno que se utiliza en un restaurante es un bien de capital, pero el horno que has comprado para tu casa es un bien de consumo. 

Las empresas industriales fabrican todos estos productos. Algunos grandes ejemplos son General Electric en Estados Unidos, Siemens en Alemania, Alstom en Francia, el Grupo ACS en España y Leonardo en Italia.

¿Cómo se comportan las empresas industriales en la bolsa? 

¿Recuerdas nuestro artículo sobre los sectores cíclicos y no cíclicos? Las empresas industriales son un gran ejemplo de industrias cíclicas. Dependen mucho de la salud general de la economía. Como producen bienes físicos, sobre todo para otras empresas, necesitan que éstas tengan suficiente dinero para seguir encargando nuevos materiales y máquinas. 

Esto significa que invertir en el sector industrial es una apuesta por el estado general de la economía. Cuando la situación general es buena, los precios de las acciones de las empresas industriales tienden a subir. 

Las empresas industriales también están muy condicionadas por los cambios de precio de las materias primas. Las materias primas son los materiales que se extraen de la naturaleza y se utilizan para fabricar sus productos. Algunos ejemplos son el petróleo, el acero o cualquier tipo de metal, incluido el cobre (de hecho, el precio del cobre ha experimentado recientemente una extremada volatilidad y ha tenido interesantes consecuencias en el sector industrial).

Un mundo cambiante 

Hay un último factor a largo plazo que puede afectar a la cotización de las empresas industriales: si los productos que fabrican siguen siendo relevantes. 

La fabricación de bienes de equipo requiere una gran inversión inicial. Las empresas industriales suelen invertir en grandes máquinas propias, construir una enorme base de fabricación y dedicar años al diseño y las pruebas de sus máquinas, para asegurarse de que son fiables y seguras. Eso significa que, si eres propietario de una empresa industrial, quieres que esos productos sean necesarios durante un tiempo. Cuantos más puedas fabricar sin grandes cambios, más rentable será tu negocio. 

Pero el mundo no se detiene y tu producto puede dejar de ser útil o atractivo. Un buen ejemplo es el auge de las energías renovables a causa del calentamiento global. Los fabricantes de turbinas de gas están teniendo más dificultades para venderlas, mientras que los fabricantes de turbinas eólicas están viendo un aumento de la demanda (esto es una simplificación excesiva, pero sirve como ejemplo). Si tienes una empresa que fabrica turbinas de gas, no puedes pasar de la noche a la mañana a fabricar turbinas eólicas. Eso requeriría años de esfuerzo. Puede que te decidas a hacerlo y que en unos años tu apuesta resulte rentable, pero sigue siendo una decisión difícil.

Algunas empresas deciden superar este problema convirtiéndose en conglomerados. Combinan un montón de negocios diferentes bajo un mismo paraguas. Una puede fabricar turbinas de gas y otra turbinas eólicas. De este modo, saben que al menos una de ellas ganará dinero. 

Esta estrategia tiene ventajas e inconvenientes. Los conglomerados empresariales suelen considerarse menos arriesgados, pero pueden tener dificultades para crecer cuando las divisiones rentables tienen que compensar las no rentables. También hay momentos en los que los inversores están muy interesados en comprar acciones de conglomerados y otros en los que prefieren lo que llaman "pure players", es decir, empresas con sólo uno o unos pocos negocios estrechamente relacionados. 

Merece la pena tener en cuenta todos estos aspectos a la hora de invertir en el sector industrial. Hazte las siguientes preguntas: ¿crees que la economía irá bien en el futuro? ¿La empresa industrial en la que vas a invertir fabrica productos que serán necesarios dentro de unos años? 

Solía ser mucho más fácil responderlas en 1962, cuando la fabricación estaba viviendo una momento de auge. Pero eso no significa que las empresas industriales sean cosa del pasado. Sólo significa que hay que ser más inteligente. 

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