El 7 de noviembre de 2013 ocurrió algo curioso. En cuestión de minutos, unas 1.600 personas se hicieron millonarias de repente. La mayoría de ellas se encontraban en el Área de la Bahía de San Francisco, pero había por todo Estados Unidos e incluso en otros lugares del mundo.
Todas estas personas eran inversores en Twitter y, ese día de noviembre, sus inversiones se convirtieron de repente en algo increíblemente valioso, pues la compañía presentó su oferta pública de venta o OPV.
Es probable que sepas que una OPV es el evento en que una empresa pasa de pertenecer a uno o unos pocos accionistas a cotizar en un mercado de valores. Pero, ¿cómo funciona este proceso? ¿Por qué lo hacen las empresas? ¿Y quién sale más beneficiado en una OPV?
La mayoría de las empresas del mundo son privadas: aunque tienen acciones, éstas no se negocian en un mercado público y su valor no cambia con frecuencia. Esas acciones suelen estar en manos de los fundadores, inversores (a menudo inversores de capital riesgo) y empleados con opciones sobre acciones (stock options).
Durante una OPV, la empresa crea nuevas acciones, que se venden al público en una bolsa de valores. De este modo, la empresa obtiene un montón de dinero por la venta de las acciones, que puede utilizar para expandirse a nuevos mercados o lanzar una nueva línea de negocio, por ejemplo. Esta es la razón más común por la que las empresas llevan a cabo una OPV: obtener una gran inyección de dinero para la empresa.
Una vez que la empresa empieza a cotizar en bolsa, las acciones que tenían los propietarios, inversores y empleados pasan a ser públicas: pueden venderlas en el mercado de valores como cualquier otra acción. Esta es la segunda razón más frecuente por la que las empresas hacen una OPV: para que los inversores y los empleados ganen dinero y recuperen su inversión en la empresa.
Llegar al día de la oferta pública de venta es a menudo una de las cosas más difíciles por las que puede pasar una empresa. Requiere mucho tiempo y energía, por no hablar de dinero, para llevar a cabo el proceso correctamente.
Vamos a verlo con el ejemplo de Estados Unidos, que es donde se encuentran los principales mercados mundiales. El primer paso es encontrar un underwriter o una entidad financiera especializada, que suele ser un banco de inversión. El trabajo de esta gestora consiste en averiguar el interés que despiertan las acciones de la empresa, fijar el precio de las mismas y decidir cuántas se van a vender. Es un juego de equilibrismo: si se venden pocas acciones, o a un precio demasiado bajo, la empresa gana menos dinero del que podría haber ganado. Si se venden demasiadas, o a un precio demasiado alto, el precio se desploma el primer día de cotización.
La entidad, junto con los ejecutivos de la empresa, lo hacen reuniéndose con el mayor número posible de inversores para hablar del proyecto. Presentan la empresa a los fondos y éstos tratan de averiguar si la empresa es una buena inversión. Después de esta rueda de contactos, el underwriter utiliza la información que ha recogido para calcular el interés general que pueden suscitar las acciones en el mercado abierto.
Dato curioso: las entidades gestoras acaban siendo quienes venden las acciones. Una vez que han fijado el precio y la cantidad, compran esas acciones a la empresa y las venden en el mercado abierto el día de la OPV. También cuentan con una opción para vender más, llamada cláusula green shoe, pero de este tema ya hablaremos otro día.
Las empresas también tienen que preparar muchos documentos de cara a la salida a bolsa. El más importante para los potenciales inversores es el folleto informativo, un documento increíblemente detallado que describe a qué se dedica la empresa, por qué quiere salir a bolsa y, sobre todo, contiene información financiera detallada sobre la empresa. También incluye una sección dedicada a los riesgos, en la que la empresa reconoce muy honestamente todas las formas en que podría fracasar. Esta sección es especialmente interesante para los inversores y en el pasado ha sido objeto de algunos titulares en las noticias. Por ejemplo, Uber, en su folleto de salida a bolsa, dijo que la empresa podría no obtener nunca beneficios.
Una vez que una empresa empieza a cotizar en bolsa, cualquiera puede comprar sus acciones. Pero la ventaja de invertir en una OPV suele consistir en poder comprar las acciones al precio de salida a bolsa. Esto se llama suscribir una OPI. De este modo, cuando las acciones empiecen a cotizar, podrá beneficiarse inmediatamente si abren al alza, lo que han hecho casi el 75% de las empresas en el pasado.
Una vez que una empresa cotiza, cualquiera puede comprar sus acciones. Pero la ventaja de invertir en una OPV consiste normalmente en poder comprar las acciones al precio de salida a bolsa. Esto se conoce como suscribirse a una OPV. De esta manera, cuando las acciones empiecen a cotizar, puedes beneficiarte inmediatamente si abren al alza, lo que ha ocurrido con casi el 75% de las empresas en el pasado.
Por desgracia para los inversores minoristas, la mayoría de las acciones de las OPV se venden a fondos, planes de pensiones y otros tipos de inversores institucionales. En una OPV habitual, menos de un tercio de las acciones se venden a inversores minoristas. Esos inversores minoristas también suelen ser los clientes más adinerados de la entidad financiera que suscribe la oferta, o los empleados de la empresa, en lugar de inversores en el mercado abierto.
En el ejemplo de Twitter, muchos de los mayores beneficiados fueron los empleados con opciones de compra de acciones: a través de esas opciones, pudieron disponer de acciones antes de la OPV y beneficiarse de la subida de precios en cuanto salieron a la venta. Para muchos inversores minoristas, los beneficios fueron mucho menores: el precio de las acciones de Twitter se disparó brevemente tras su salida a bolsa en 2014, pero luego cayó por debajo de su precio de cotización del primer día y no se recuperó hasta 2018.
Sin embargo, como la inversión minorista está creciendo, los brókeres digitales están empezando a ofrecer suscripciones a las OPV a sus usuarios minoristas. En el futuro, es posible que veamos que las salidas a bolsa se abren mucho más, a medida que este ámbito, antes exclusivo, se democratiza, del mismo modo que lo ha hecho la inversión.
¿Cómo se comportan las empresas que acaban de salir a bolsa después del primer día? La respuesta varía dependiendo del año. Hay algunos ETF que solo incluyen empresas recién salidas a bolsa y siguen su rendimiento de cerca. Un estudio realizado por el banco de inversión suizo UBS también descubrió que, entre 1975 y 2011, el precio de las acciones de la mayoría de las empresas era inferior al de su primer día cinco años después.
Pero no todo el mundo mantiene las acciones de la empresa durante cinco años. Para muchas personas, la suscripción de una OPV se limita a esa subida de precios del primer día. Si estás decidiendo si suscribirte o no, asegúrate de estudiar detenidamente el folleto. Si la empresa tiene sede en EE.UU., puedes encontrar el folleto informativo (prospectus en inglés) en la página web de la Securities and Exchange Commission.
Invertir o no depende, por supuesto, de ti.
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