¿Por qué suben las “acciones meme”?

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En junio de 2020 ocurrió algo muy curioso. Hertz, la empresa de alquiler de coches, había anunciado el mes anterior que se declaraba en quiebra. Eso no es raro, porque, al fin y al cabo, una pandemia mundial acababa de paralizar toda la economía de la noche a la mañana y la gente no alquilaba coches ni viajaba. Hertz, que ya tenía problemas financieros desde hacía tiempo, no podía sobrevivir a un golpe así. Tras el anuncio de la quiebra, el precio de la acción se desplomó por debajo del dólar, convirtiéndose prácticamente en una penny stock

De pronto, unas semanas después, las acciones empezaron a subir. Y no sólo un poco, sino más del 900%. ¿Hertz había descubierto una reserva secreta de dinero? No, la empresa seguía estando en bancarrota. Sin embargo, los inversores, muchos de ellos recientemente iniciados en el mundo de la bolsa, estaban inflando el precio de las acciones. Esto duró un tiempo, y Hertz incluso trató de vender sus propias acciones cuando el precio era alto para intentar salir de la quiebra, pero el plan fracasó. 

Esta curiosa historia debería sonar familiar a cualquiera que haya leído un poco sobre las acciones de Gamestop y Tesla, o incluso Dogecoin, la criptodivisa que se creó literalmente como una broma y que de alguna manera ha alcanzado precios récord después de que Elon Musk, CEO de Tesla, la apoyara públicamente.

Entonces, ¿qué ocurre? ¿Por qué sube de repente el precio de empresas o activos que van mal financieramente o incluso se han declarado quiebra? ¿Eso significa que hay que empezar a apostar por empresas que están en la ruina? 

¿Qué valor tiene una acción?

En el origen de todo este tema hay una pregunta muy sencilla: ¿cuánto valen las acciones de una empresa? Los analistas financieros se dedican a construir modelos increíblemente complejos para responderla. Introducen todas las cifras que la empresa publica en su informe de resultados e intentar extraer más detalles de los ejecutivos y, con ello, obtienen una estimación de cuánto dinero ganará la empresa en los próximos 12 meses o más. Luego, utilizan una fórmula para convertirlo en el precio de las acciones. 

Pero las acciones no se rigen por esa lógica. En las bolsas, las acciones simplemente se compran y se venden, y dependiendo de la oferta y la demanda que haya por cada lado, el precio sube o baja. Por supuesto, la mayoría de los inversores intentan comprar acciones que creen que tienen potencial para subir porque las empresas van bien, y venden cuando creen que ya no van a subir más o que va a bajar. 

Hagamos un pequeño experimento mental. Imaginemos que un día, un millón de inversores deciden comprar acciones de una empresa cualquiera, sin importar bien o mal que vaya. La enorme demanda de acciones haría subir el precio. Ahora bien, el pensamiento convencional nos dice que en algún momento el precio subirá tanto que los inversores dejarán de comprar y empezarán a vender para cobrar sus beneficios. Es como inflar un globo y tratar de parar justo antes de que explote. 

Pero... ¿y si los inversores no se detuvieran? ¿Y si tuvieran alguna motivación diferente en común y decidieran que no les importan los beneficios, sino sólo seguir inflando el precio de las acciones? En teoría, nada podría detenerlos. Eso es básicamente lo que ocurrió con Gamestop, con algunas pequeñas diferencias.

El auge del pequeño inversor

Hay una buena razón por la que ahora hay más inversores minoristas. En los últimos años, las apps de inversión han abierto las puertas a un público que antes estaba excluido. Se acabaron los días en los que había que ser un hombre blanco de mediana edad con traje, una cierta reputación y un bróker humano para invertir. Con un smartphone y unos pocos euros, cualquiera puede invertir fácilmente. 

La repentina entrada de mucha gente que no conoce las normas de la inversión tradicional está cambiando las reglas del juego. Juntos, estos nuevos inversores manejan mucho capital (unos pocos euros multiplicados por millones de personas al final suman) y no les importa lo que digan los analistas. 

¿Significa eso que deberías invertir en empresas arruinadas? Para nada. Una empresa en quiebra sigue siendo una empresa en quiebra, y aunque siempre existe la posibilidad de que te subas a la cresta de una ola, tienes aún más papeletas de que acabes bajando con ella. Por cada persona que gana 1.000 dólares con Gamestop, alguien está perdiendo otros 1.000 dólares.

Pero las reglas están cambiando y los viejos sistemas para predecir cuándo una acción ha tocado su techo ya no son tan fiables como solían serlo. Empresas como Tesla, cuyo precio de las acciones hace que la empresa sea más grande que fabricantes que venden 10 veces más coches, podrían mantener el valoraciones infladas durante un tiempo. 

¿Qué pasó al final con Hertz? Bueno, la empresa sigue en quiebra. A los accionistas, que son los últimos en recibir cualquier tipo de compensación, les quedará muy poquito una vez que la empresa termine el procedimiento judicial. En el momento de escribir este artículo, las acciones valen alrededor de 1,60 dólares, un precio más alto que el que tenía después de declararse en bancarrota, pero muy lejos del valor que tuvo durante su breve momento de esplendor en junio de 2020.

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