¿Estás pensando en crear tu propio negocio y te preguntas cómo conseguir el dinero para que tus ideas se hagan realidad? Incluso los mejores no pueden llegar demasiado lejos sin él. Para muchos, el capital riesgo es la clave para recibir el apoyo adecuado que les permite pasar de la visión a la ejecución.
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Antes de profundizar en el concepto de capital riesgo, es importante explicar brevemente qué es el capital inversión.
Si una empresa necesita capital, puede pedir préstamos, emitir acciones o vender bonos.
Sin embargo, existe otra opción menos convencional: pedir dinero a un fondo de capital inversión. Este tipo de fondo de inversión invierte en sociedades de responsabilidad limitada no cotizadas, o las adquiere. A veces también compran sociedades anónimas cotizadas, las convierten en sociedades de responsabilidad limitada no cotizadas y las reestructuran, al objeto de trabajar en su potencial de crecimiento futuro. Normalmente, el capital inversión invierte en empresas que ya se encuentran en una fase madura y desarrollan su actividad en sectores convencionales. Dichas empresas suelen recuperar una participación en el capital. Se trata de una clase de inversión alternativa, y solo los inversores institucionales y los acreditados pueden colocar dinero en un fondo de capital inversión.
Cuando una empresa se encuentra en una fase inicial de desarrollo, rara vez puede acceder directamente a los préstamos o a los mercados de capital: ahí es donde entra en juego el capital riesgo. El capital riesgo (VC, por sus siglas en inglés) es un tipo específico de capital inversión que invierte dinero en startups y empresas emergentes en fase inicial con gran potencial de crecimiento. Las startups venden participaciones (normalmente inferiores al 50 %) a fondos de capital riesgo e invierten el dinero que obtienen en hacer funcionar la empresa hasta poder ganar su propio dinero. Se trata de un tipo de inversión de alto riesgo que puede obtener rendimientos financieros excepcionales, ya que los fondos de capital riesgo suelen invertir en startups y empresas con altos índices de fracaso.
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En 2008, dos amigos, Travis Kalanick y Garrett Camp, iban a asistir a una conferencia anual de tecnología en París y tuvieron dificultades para encontrar un taxi. Ambos se dieron cuenta de que la tecnología podía ser útil para resolver su problema. En 2009, Camp empezó a trabajar en un prototipo de UberCab (el nombre original) como proyecto paralelo y consiguió convencer a Kalanick para que se uniera a él como “incubador jefe” de UberCab. Solo se necesitaba un toque en la app para pedir una carrera, un GPS identificaría la ubicación y el coste se cargaría en la tarjeta de la cuenta del usuario. Se trataba del prototipo de algo que estaba a punto de cambiar la movilidad en todas las grandes ciudades pero, para ejecutar su visión, Kalanick y Camp necesitaban dinero. Y fue entonces cuando el capital riesgo entró en juego. A lo largo de los años, a varios fondos de capital riesgo les encantó la idea y la empresa obtuvo grandes ganancias. Uber pasó por ocho rondas de financiación, en las que recaudó más de 23.900 millones de dólares con la participación de todos los fondos de capital riesgo más importantes, junto con otras grandes empresas como Paypal y gente como Jeff Bezos.
Cuando estas empresas prosperan, el rendimiento del capital riesgo es tan alto que compensa con creces todo el dinero perdido en otras empresas que no tuvieron éxito. Piénsalo así: si la startup es James Bond, el fondo de capital riesgo es Q, que da a Bond todo lo que necesita para dirigir una misión con éxito. A cambio, Q comparte parte de la gloria. Excepto que, en este caso, Q es inteligente y tiene docenas de agentes a los que presta apoyo. Mientras uno de ellos tenga éxito, él se lleva el mérito y todo el mundo se olvida de los fracasos.
En agosto de 2009, Uber recaudó 200.000 dólares en una ronda de financiación inicial. La primera carrera de Uber se solicitó en 2010, tras lo cual la empresa recibió su primera financiación importante, una ronda de 1,25 millones de dólares.
Los fondos de capital riesgo son inversores, pero ¿de dónde sale el dinero que invierten? Suele proceder de grandes instituciones como fondos de pensiones, empresas financieras y compañías de seguros que deciden dedicar un pequeño porcentaje de sus fondos totales a inversiones de alto riesgo. Como estas inversiones representan una parte ínfima de las carteras de los inversores institucionales, los inversores de capital riesgo pueden decidir fácilmente cómo gestionar el dinero. Los fondos suelen estar estructurados como sociedades colectivas de responsabilidad limitada, en las que los socios generales gestionan el fondo y actúan como asesores de las sociedades en cartera del fondo.
Son diferentes de lo que llamamos un inversor providencial (business angel), que suele ser una sola persona con un importante capital inversión que se involucra en una empresa innovadora o una startup y decide invertir su propio dinero en ella. Los inversores de capital riesgo suelen salir de la inversión mediante la cotización de la empresa en la bolsa, la venta de la empresa a otra empresa o la compra de la empresa por parte de la dirección. A veces venden a otros fondos de capital riesgo para salir antes de la OPI. En ocasiones, otra empresa comprará la empresa en la que invierte el capital riesgo, con lo que conseguirá grandes ganancias. A veces, los inversores de capital riesgo obtienen cierto rendimiento a través de los dividendos, pero el principal rendimiento proviene de las ganancias de capital cuando acaban vendiendo sus acciones en la empresa, lo que suele ocurrir entre tres y siete años después de la inversión.
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Desde fuera, puede parecer que las sociedades de capital riesgo invierten en buenas ideas, pero la realidad es que invierten en buenos sectores. También por eso su flujo de dinero se mueve constantemente a lo largo de los años. En la década de 1980, por ejemplo, el 20 % de las inversiones de capital riesgo se destinó al sector energético. A principios de 1990, el hardware informático era el sector de éxito, mientras que más tarde, en la misma década, se pasó a las empresas de CD-ROM, de contenido multimedia y de software. En 2022, los nuevos negocios son los semiconductores, la tecnología climática, la tecnología de defensa, las cadenas de suministro y la agricultura.
Esos cambios no son aleatorios. El segmento sectorial al que se dirige el capital riesgo suele encontrarse en rápido crecimiento y tener una capacidad que promete ser limitada en los siguientes cinco años. Evitan invertir en tecnologías y mercados todavía muy desconocidos, o en las últimas fases de desarrollo de una empresa, donde son inevitables las sacudidas y consolidaciones de la competencia y el ritmo de crecimiento se ralentiza.
La relación entre un fondo de capital riesgo y una empresa es algo bastante singular. Si la empresa que busca capital es buena, habrá más de una sociedad de capital riesgo que quiera invertir en ella. La sociedad de capital riesgo tendrá que destacar como única y distintiva gracias a sus inversiones pasadas y a sus éxitos, por ejemplo, o a su ámbito de especialización. Al mismo tiempo, si la sociedad de capital riesgo está estudiando dos empresas diferentes con más o menos la misma idea para desarrollar, invertirá su dinero en la empresa con la mejor gestión. Otra cosa que hay que tener en cuenta es que, para que una empresa tenga realmente éxito, un fondo de capital riesgo tiene que inundarla de dinero, ya que es la única manera de acabar con los demás competidores.
A medida que las empresas crecen y cambian, pasan por distintas fases. Algunos fondos de capital riesgo se especializan en invertir en algunas de las fases, mientras que otros participan en todas ellas.
● Financiación en la ronda semilla: se trata de la primera ronda de financiación de capital riesgo. El capital ofrecido a las empresas es menor que en las siguientes rondas. Su objetivo es ayudar a la empresa a crear su propio plan de negocio y trabajar en su producto mínimo viable (MVP). El MVP es una versión de un producto con las características suficientes para que lo puedan utilizar los primeros clientes, quienes pueden aportar sus comentarios para el desarrollo futuro del producto.
● Financiación en la fase inicial: se trata de las rondas de serie A, serie B y serie C, y el dinero recaudado ayuda a las startups a pasar por sus primeras fases de crecimiento.
● Financiación en la fase tardía: la serie D, la serie E y la serie F forman parte de esta fase del desarrollo empresarial. En este punto, si las cosas van bien, las startups generan ingresos y crecen. Aunque la empresa aún no es rentable, el futuro parece prometedor.
Volvamos a Uber, el ejemplo perfecto de cómo funciona realmente este sistema. En junio de 2022, la empresa sigue sin ser rentable a pesar de haber salido a bolsa. Entonces, ¿cómo han sobrevivido hasta hoy? Inyectando dinero en su propio torrente sanguíneo. Al estar totalmente financiado por el dinero del capital riesgo y no necesitar obtener ingresos antes de su salida a bolsa, Uber pudo mantener unas tarifas extremadamente bajas, lo que literalmente acabó con el sector del taxi. Y cuanto más crecía Uber así como la valoración de la empresa, más fácil era conseguir más dinero. Todavía no está claro cómo puede ser sostenible este modelo a largo plazo. Uber consiguió mantener unas tarifas muy bajas gracias a la posibilidad de utilizar el dinero del fondo de capital riesgo, pero en un momento dado el dinero se acabará y tendrán que ser rentables. Esto podría explicar por qué las carreras de Uber ya no son tan baratas, junto con el hecho de que los conductores comenzaron a rebelarse contra el sistema y a luchar por ganar más.
Es un sistema que funciona bien para los actores a los que sirve: empresarios que necesitan financiación, inversores que buscan altos rendimientos, bancas de inversión que necesitan empresas para vender e inversores de capital riesgo que ganan dinero para sí mismos mediante la creación de un mercado para los otros tres.
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